El Pan: 19/20
El pan es probablemente el principal acierto de Fat Broder. A diferencia de los panes de hamburgueserías como Carlo’s o Kevin Bacon, el pan de Fat Broder cumple un verdadero rol en este sándwich.
Completamente cubierto de semillas de sésamo y chía, el pan de FB aporta una gran presencia en cada mordida. No solo tiene más sabor que sus contrapartes, sino que la explosión de semillas aporta cierto grado de crocancia en boca.
Su textura era levemente chiclosa y, a diferencia de lo que venimos viendo últimamente, no se amalgama con su relleno. Siempre manteniendo su integridad, es un pan que destaca.
Los Toppings: 9/10
Doble bacon, cebolla morada cortada finamente, pickles de pepino caseros.
Pedimos dos, una con los pickles para respetar la configuración del chef y otra sin para el placer del paladar del crítico. Particularmente no soy un gran fanático de los encurtidos. Siento que en su intento por encontrar el balance de la acidez terminan contaminando la hamburguesa con exceso de vinagre. Sin embargo, los pickles caseros de Fat Broder están en un excelente nivel.
Siguiendo la línea de artesanalidad de sus toppings y salsas, Fat Broder consigue pepinos realmente balanceados que aportan frescura al sándwich.
Acompañando el pepino venían fetas de cebolla morada cortadas de manera perfecta: a máquina, muy finitas y enteras, sin desarmar. La cebolla morada le aporta otro grado de acidez de características más dulces y la doble porción de panceta es un gran aporte de ahumado y crocancia.
Salsas y Aderezos (Condimentos): 10/10
Otro de los puntos fuertes de Fat Broder y hasta ahora el primer 10 de este sitio en el tópico aderezos. La salsa Mil Islas de la Juicy Lucy era notoria y rica en cuanto a su sabor y textura, pero además había muchísimas opciones en mesa para agregarle a gusto del consumidor.
Barbacoas caseras con mango, mostazas con miel, berenjenas ahumadas, cilantro a la lima y kétchup con kimchi son las opciones fijas de un menú de aderezos que destaca por sobre todos sus competidores. Sin lugar a dudas, el plato fuerte de este restorán. ¡Acompañan bien las papitas!
El Queso: 17/20
El queso está muy bien. El doble queso (que se convierte en cuádruple cuando la hamburguesa tiene 2 medallones) logra generar la pastosidad y cremosidad deseada, lo que sirve como hilo fundidor de todos los ingredientes del sándwich. Como casi todas las buenas hamburguesas, el queso de Fat Broder también es de Milkaut y, como siempre, el Milkaut nunca falla.
La Carne: 8/20
Aún no logro reponerme de la mayor decepción de la jornada. Consumido por la belleza visual de todo lo que me rodeaba, decidí a dar el primer bocado de unas de las hamburguesas más lindas que vi en el último tiempo. Tendrían que haber visto mi cara cuando, durante el primer bocado, descubrí que la carne de esta hamburguesa estaba completamente desabrida. Ni un rastro de sal, ni de pimientas.
Por lo demás, está todo muy bien. Es una de las pocas hamburgueserías de Buenos Aires en la que te preguntan a qué punto de cocción querés tu medallón (¡bravo!) y el blend de carne tiene los porcentuales de grasa correctos. Pero la verdad es que no puedo reponerme de la decepción que resultó la falta de sabor en la carne de las dos hamburguesas que pedimos.
El Sabor: 12/20
¿Qué decirles? Todo venía bien. El pan era hermoso, lindo. El morado de la cebolla resaltaba en una paleta de diversos colores y texturas. El amarillo del queso cheddar fundido envolviendo la panceta ahumada. Todo era hermoso, todo era bello, hasta el primer mordisco. Saborear ese primer mordisco me devolvió a la realidad. Una realidad donde las apariencias engañan, donde lo estético no es todo y donde a mi hamburguesa le faltaba sabor por la falta de la sal y pimienta. Y ni siquiera es que somos fanáticos de la sal, en lo absoluto. Pero tanto yo como mi compañera nos encontramos frente al mismo dilema, y en este dilema, es imposible no restarle puntos a esta hamburguesa culpa de la carne, por más esfuerzo que el resto de los toppings hayan hecho.